Lección 3. No entiendo nada de lo que veo en esta habitación [en esta calle, desde esta ventana, en este lugar].

Lección 3. 

No entiendo nada de lo que veo en esta habitación [en esta calle, desde esta ventana, en este lugar]. 


1. Aplica esta idea de la misma manera que las anteriores, sin hacer distinciones de ninguna clase. Cualquier cosa que veas se convierte en el objeto adecuado para la aplicación de la idea. Asegúrate de no cuestionar si es adecuado o no aplicarle la idea a algo. En estos ejercicios no se trata de juzgar. Cualquier cosa es adecuada si la ves. Tal vez algunas de las cosas que veas tengan una carga emocional para ti. Trata de dejar a un lado esos sentimientos, y simplemente aplícales la idea tal como se la aplicarías a cualquier otra cosa. 

2. El objetivo de los ejercicios es ayudarte a despejar la mente de todas las asociaciones del pasado, para que puedas ver las cosas exactamente tal como se presentan ante ti ahora y también para que te des cuenta de lo poco que realmente entiendes acerca de ellas. Es esencial, por lo tanto, que tu mente se mantenga perfectamente receptiva y libre de juicios al seleccionar las cosas a las cuales vas a aplicar la idea del día. A tal efecto, una cosa es como cualquier otra: igualmente adecuada y, por lo tanto, igualmente útil. 





AUDIOS de la Lección 3
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 3


Ocurrir de la Lección 3
a través de Martin Musarra


Lección 3
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


LECTURA DE LA LECCIÓN 3


LECCIÓN 3
COMENTADA POR JORGE LUIS ALVAREZ CASTAÑEDA



OCURRIR DE LA LECCIÓN 3

a través de Martín Musarra


LECCIÓN JORGE PELLICER



LECCIÓN DAVID HOFFMEISTER



LECCIÓN MARIA IBARS
























LECCIÓN 3
No entiendo nada de lo que veo en esta habitación nada de que veo
(en esta calle, desde esta ventana, en este lugar).


Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


La afirmación de Jesús de que No entiendo nada de lo que veo,
cuestiona. El pretender saber es uno principios fundamentales del ego.
Pero la afirmación de Jesús es radical: nada de lo que veo lo entiende.
Con el ego siempre quiero tener la razón y parto de que la tengo y de
que sé lo que me sucede. Jesús, quiere que nos abramos a la posibilidad
de que nuestra razón no tiene por qué ser la correcta.

Nos dice Jesús:

”Aplica esta idea de la misma manera que las anteriores,
sin hacer distinciones de ninguna clase. Cualquier cosa que veas
se convierte en el objeto adecuado para la aplicación de la idea.
Asegúrate de no cuestionar si algo es adecuado para aplicarle la
idea. En estos ejercicios no se trata de juzgar. Cualquier cosa es
adecuada si la ves”.
Jesús, nos llama a que aceptemos lo que nos dice, a confiar en lo
que nos pide. Aunque, sea por un momento, abrámonos a dejarnos
guiar. Abramos un espacio, en nuestra mente, para dejar de hacer las
cosas a nuestra manera. A dejar de lado esta manera de pensar, con la
cual, sino no salen las cosas como queremos, caemos en la ira. Jesús,
nos llama a no juzgar.
Los juicios son un proceso mental de intentar decidir como son las
cosas para nosotros, cuales aceptamos y cuáles no, cuales nos
convienen y cuáles no. Los juicios surgen con la creencia en la
separación de Dios, surgen con la percepción. Hay unos juicios de tipo
funcional, que nos sirven para desempeñarnos en este mundo del ego,
tales como describir algo imparcialmente. Y hay otros, a los cuales se
les agrega una carga condenatoria, de ataque. A estos juicios es a los
que el Curso nos llama a prestarles atención para que los corrijamos,
con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús.
Con los juicios, fabricamos nuestros mundos ilusorios particulares
para sentirnos mejores y diferentes de nuestros hermanos. La ira, el
dolor, la sensación de pérdida, la desvalorización, el ataque, la
depresión, los resentimientos, la falta de perdón, la culpa, el miedo,
etc., se relacionan con juicios. Es el arma preferida del ego para
fomentar la separación. Los juicios son lo opuesto al amor. No tenemos
derecho a juzgar porque no sabemos nada, de nada. No sabemos
porque nuestros hermanos actúan como actúan. Ni siquiera lo sabemos
de nosotros mismos. Los juicios no son nuestra función. Dejémosela a
Aquel que sabe: el Espíritu Santo. Antes de hacer juicios, pidamos
ayuda.


Nos dice Jesús:
”Tal vez algunas de las cosas que ves tengan una carga
emocional para ti. Trata de dejar a un lado esos sentimientos, y
simplemente aplícales la idea tal como se las aplicarías a cualquier
otra cosa”.


Jesús, nos llama a mirar sin carga emocional. Puede costarnos
dificultad porque lo que vemos lo asociamos, generalmente, a juicios
con los cuales criticamos a los hermanos que, supuestamente, no
hicieron lo que nosotros queríamos que hicieran para nosotros o para
otros hermanos. Es decir, mis emociones se relacionan con las
interpretaciones que hago de mi conducta o la conducta de los demás.
Continúa Jesús en la lección:

”El objetivo de los ejercicios es ayudarte a despejar la
mente de todas las asociaciones del pasado, para que puedas ver
las cosas exactamente como se presentan ante ti ahora y también
para que te des cuenta de lo poco que realmente entiendes acerca
de ellas”


Jesús, empieza sentar las bases del entrenamiento mental que
constituyen sus enseñanzas. Se trata de que empecemos a cuestionar la
manera como pensamos.
Las asociaciones del pasado se basan en nuestras proyecciones de
pecado, culpa y miedo que hacemos sobre nuestros hermanos y que son
fundamentales para el sistema de pensamiento del ego. El ego o el yo,
es este ser con minúscula, este personaje que pensamos que somos,
dotado de una mente, de un cuerpo, de una historia particular. El ego,
ha fabricado un mundo particular de relaciones, con base a las ilusiones
que lo mueven, buscando ser diferente y mejor que sus hermanos y
alcanzar, así, lo que considera le dará la felicidad. Pero, mis hermanos
también andan en lo mismo y, por eso, inevitablemente se cae en el
conflicto y el ataque.
Al ego, es decir, a la parte de mente que se cree separada de
Dios, lo mueve el miedo a Dios que, supuestamente, lo va a castigar por
haberlo querido desplazar y teme perder el yo, el ser, que ha fabricado
con tanto trabajo. Teme desaparecer en el Amor de Dios, en la Unidad.
El sistema de pensamiento del ego, basado en la creencia en la
separación de Dios, da origen a la llamada trilogía del ego: el pecado, la
culpa y el miedo. El pecado es la creencia en que la separación de Dios
realmente se dio, lo que constituiría una falta imperdonable para Dios.
Se puede reemplazar la palabra pecado por separación o por ausencia
de amor. Es el concepto fundamental del ego del cual se desprenden la
culpa y el miedo. El pecado está asociada al pasado, siempre fue una
falta cometida en el pasado. El pecado es un error que puede ser
corregido con la ayuda del Espíritu Santo y no castigado como quiere el
ego.
La culpa es una experiencia emocional que se tiene al pensar que
has cometido un pecado y por lo tanto eres una mala persona que debe
ser castigada por eso. La culpa está asociada a todos los sentimientos
de desvalorización, de acusación de uno mismo, de sentirse incapaz, de
sentirse indigno, no valioso, carente, débil, desvalido, perdedor, todo lo
que se llama la baja autoestima, etc. Este sentimiento de culpa es tan
grande, generado por la culpa ancestral de la creencia de habernos
separado de Dios, a la cual le sumamos nuestras culpas particulares,
que tenemos que proyectarla a nuestros hermanos en forma de ataque,
de juicios y, también, a nosotros mismos en forma de enfermedad. La
culpa está asociada al presente.
El miedo se originó debido al castigo que se espera por la creencia
en la separación de Dios. Se asocia al futuro. En el futuro, no se sabe
cuándo, vendrá el inevitable castigo de Dios. El miedo es la emoción del
ego. La emoción que nos dio Dios es el amor.

Continúa Jesús:


”Es esencial, por lo tanto, que tu mente se mantenga
perfectamente receptiva y libre de juicios al seleccionar las cosas a
las cuales vas a aplicar la idea del día. A tal efecto, una cosa es
como cualquier otra: igualmente adecuada y, por lo tanto,
igualmente útil”.


Jesús, nos insiste en dejar los juicios al observar los objetos. Nos
llama a no hacer distinciones entre ellos. Esto hace parte del abrirnos a
la duda, a la posibilidad de que no tenemos la razón, lo cual es
importante en el proceso de deshacer el sistema de pensamiento del
ego. Jesús, empieza a enseñarnos como son mis interpretaciones la que
motivan mis reacciones ante los objetos, no los objetos en sí.

Proceso de práctica de la lección.

Objetivo:


Que aprenda que no entiendo nada de lo que veo y que no debo hacer
juicios sobre lo que vea.


Ejercicio:


Realizarlo dos veces al día, preferiblemente, una vez por la mañana y
otra por la noche, con una duración de un minuto más o menos sin
hacer distinciones sobre lo que vea. Cualquier cosa que se vea sirve de
objeto para aplicación de la lección. No hacer cuestionamientos sobre su
validez o no. No hay que juzgar. Ni tener en cuenta los sentimientos
referido a lo que vea.


Observaciones


No hacer diferencias al seleccionar los objetos que se observan, no
hacer juicios ni interpretaciones sobre ellos. Hagamos la lección siempre
en compañía del Espíritu Santo y de Jesús sin olvidarnos de reír.
Les deseo muchas experiencias de paz y de amor con esta lección.


¡Muchas, muchísimas, bendiciones!
Jorge Luis Álvarez Castañeda


LECCIÓN 3
No entiendo nada de lo que veo en esta habitación nada de que veo
(en esta calle, desde esta ventana, en este lugar).


Comentada por:
Kenneth Wapnick


"Nada en esta habitación significa nada porque le he dado todo el significado que tiene. Por lo tanto, ya que le he dado su significado, ¿cómo podría yo, un ser separado del significado, entenderlo? Puedo entenderlo desde el punto de vista de mi ego porque sirve el propósito de hacer realidad el mundo y mi experiencia de él. Pero no puedo entenderlo verdaderamente, porque el propósito del mundo, como comenté anteriormente, es impedir que lo entienda. El «verdadero» entendimiento me haría comprender el propósito que le he dado a todo y a todos en mi vida. 

Nuevamente, estas primeras lecciones tienen como uno de sus objetivos importantes el de hacernos humildes, para que nos demos cuenta de que no entendemos nada. Esto es lo que subyace a la declaración importante de Jesús (¡si no escandalosa!) en el texto: “Todavía estás convencido de que tu entendimiento constituye una poderosa aportación a la verdad y de que hace que ésta sea lo que es.” (T-18.IV.7: 5). 

La lección comienza con el énfasis en la indiscriminación que ya hemos visto: 

(1:1) «Aplica esta idea de la misma manera que las anteriores, sin hacer distinciones de ninguna clase.» 

Esto significa que yo no entiendo nada. Creo que entiendo para qué sirve la pluma o la taza, pero no entiendo que su propósito «final» es mantenerme arraigado en la ilusión y fuera del Cielo. Mi ego me diría que la pluma es para escribir, la taza para beber y la ropa para cubrir el cuerpo, pero no entiendo el propósito subyacente del ego para estos y todos los demás aspectos del mundo material. 

(1:2-5) «Cualquier cosa que veas se convierte en el objeto adecuado para la aplicación de la idea. Asegúrate de no cuestionar si es adecuado o no aplicarle la idea a algo. En estos ejercicios no se trata de juzgar. Cualquier cosa es adecuada si la ves.» 

Inconscientemente, ciertamente cuestionamos la idoneidad de algunas cosas. Una vez más, nadie cree que su brazo sea menos importante que una manzana o un botón. Creemos que hay una diferencia extremadamente importante entre ellos. 

“Cualquier cosa es adecuada si la ves”, porque si la veo, no puede ser real. Esto se debe a que "vemos" con nuestros ojos, y nuestros ojos, como de hecho todos nuestros órganos sensoriales, fueron fabricados específicamente para no «ver». En otras palabras, fueron fabricados por el ego para mirar «fuera» de la mente, mientras que la  verdadera visión es sólo «dentro» de la mente. Es esa irrealidad fundamental la que une todo en este mundo. 

(1:6-7) «Tal vez algunas de las cosas que veas tengan una carga emocional para ti. Trata de dejar a un lado esos sentimientos, y simplemente aplícales la idea tal como se la aplicarías a cualquier otra cosa.» 

Lo que es útil acerca de estas lecciones - si se les presta cuidadosa atención - es que traerán a la superficie todos nuestros valores inconscientes y ocultos, similares a las pruebas proyectivas utilizadas por los psicólogos para ayudar a entender la dinámica subyacente del trastorno psicológico de una persona. Veremos este tema reflejado en las lecciones venideras. 

(2) «El objetivo de los ejercicios es ayudarte a despejar la mente de todas las asociaciones del pasado, para que puedas ver las cosas exactamente tal como se presentan ante ti ahora y también para que te des cuenta de lo poco que realmente entiendes acerca de ellas. Es esencial, por lo tanto, que tu mente se mantenga perfectamente receptiva y libre de juicios al seleccionar las cosas a las cuales vas a aplicar la idea del día. A tal efecto, una cosa es como cualquier otra: igualmente adecuada y, por lo tanto, igualmente útil.» 

Esta es la declaración más profunda hecha hasta ahora, y su significado debe ser muy claro. Jesús está tratando de ayudarnos a dejar ir el pasado, ya que mientras permanezca oculto a nuestra conciencia, no podemos deshacerlo. Si se deja enterrado, por lo tanto, el pasado continúa asomando su cabeza guiada por la culpa y llena de juicios una y otra vez. La clave para este deshacimiento radica en el principio que subyace en estos ejercicios: la inherente igualdad de todas las ilusiones. " 

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez. 


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