¨Elige cambiar de pensamientos en lugar de sufrir¨TERAPIA ESPIRITUAL UN CURSO DE MILAGROS

 


TERAPIA ESPIRITUAL UN CURSO DE MILAGROS


Sanando con Jesús:

Elige cambiar de pensamientos en lugar de sufrir


Propuesta por: 

Jorge Luis Álvarez Castañeda



TEORÍA

 

Jesús, ha insistido, en el Curso, en la necesidad de cambiar los pensamientos y cómo, si cambio los pensamientos, cambio la manera de ver a mis hermanos y al mundo. Esto se realiza de acuerdo al maestro que escoja para que guíe mi mente: el ego o el Espíritu Santo. Con el ego tendré pensamientos de pecado o separación, culpa, miedo, de conflicto, de carencia, de sufrimiento y sacrificio, de estar centrado en el pasado y en el futuro, de sentirme víctima, de estar centrado en el cuerpo, de temor a Dios, de relaciones especiales…

 

Con el Espíritu Santo tendré pensamientos de unidad, de inocencia, de paz, de abundancia, de dicha, de estar centrado en el presente, de sentirme responsable, de estar centrado en el Espíritu, de amor y confianza en Dios..

 

Y a partir de estos pensamientos proyectaré con el ego y así percibiré un mundo de conflicto, de separación y de miedo o extenderé con el Espíritu Santo y percibiré un mundo de unidad, de amor y de paz.

 
 

Mis problemas no vienen de afuera sino de mis propios pensamientos, de mis propias interpretaciones sobre el mundo y lo que hacen mis hermanos.

 

Cada vez que ataco, que condeno a un hermano me aprisiono y aprisiono a mi hermano. En cambio, si perdono mi interpretación sobre mi hermano, me libero y lo libero. Y puedo ver en mi hermano el Hijo de Dios que es, al igual que yo.

 

 

Jesús, nos asegura que, únicamente, mis propios pensamientos me pueden hacer daño y que puedo, con la Ayuda del Espíritu Santo, cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.

 

”No olvides hoy que toda clase de sufrimiento oculta algún pensamiento que niega el perdón. Y que no puede haber ningún tipo de dolor que el perdón no pueda sanar”. L-198. 9: 5-6

       

El sufrimiento está ligado a la creencia en la culpabilidad. Creo que tengo que pagar con sufrimiento y dolor los supuestos pecados cometidos. Y la culpabilidad genera sentimientos de indignidad que tengo que pagar con sufrimiento. Por eso, nos asegura, Jesús, que toda forma de sufrimiento oculta algún pensamiento que niega el perdón.

 

Lo que sufre no forma parte de mí, es una ilusión de mi mente dividida. Cuando permito que mi mente, con la guía del ego caiga en los resentimientos, en la falta de perdón, en la culpabilidad esto puede expresarse, proyectarse sobre el cuerpo y traducirse en sufrimiento y dolor.

 

En muchas lecciones y en el Texto, Jesús, nos ha enseñado la relación entre el sufrimiento, que creemos tener, y los pensamientos que nos guían en un momento dado. Vale la pena mirar algunas de ellas:

 

LECCIÓN 5

Nunca estoy disgustado por la razón que creo

 

En esta lección, Jesús, nos llama a asumir nuestra responsabilidad sobre lo que nos pasa, a no atribuirle la causa de ello a causas externas. Todo lo que nos pasa tiene que ver con nosotros mismos, tiene que ver con la manera como interpretamos los hechos del mundo de acuerdo al maestro que elegido para guiar la mente: el ego o el Espíritu Santo.

 

 Jesús nos dice:

 

El disgusto puede manifestarse en forma de miedo, preocupación, depresión, ansiedad, ira, odio, celos o un sinnúmero de otras formas, y cada una de ellas se percibirá como diferente de las demás. Mas no es cierto que sean diferentes. Sin embargo, hasta que aprendas que la forma no importa, cada una de ellas constituirá materia apropiada para los ejercicios de hoy. Aplicar la misma idea a cada una de ellas por separado es el primer paso que te lleva a reconocer finalmente que todas son lo mismo”. L-5. 1:3-6

 

Si siento disgusto es porque estoy interpretando las cosas con el ego. Es porque considero que he cometido una falta, un pecado al creerme haber separado de Dios, lo cual me produce culpabilidad y miedo del posible castigo de Dios. Jesús, nos dice que, no importa la forma que tenga el disgusto, siempre expresan lo mismo. Existe un trasfondo relacionado con la creencia en la separación de Dios que se expresa en forma de culpabilidad. Esta culpabilidad no la quiero asumir y lo que hago es proyectarla a los demás. Por eso, cuando me disgusto y sigo al ego, creo que la causa de mi disgusto viene de los demás. Jesús, nos llama a ir más allá de la aparente razón que se nos presenta. El disgusto no se relaciona con la forma.

 

Con la lógica del ego, siempre buscaré afuera para no asumir el verme internamente. No quiero verme en mi mente, no quiero ir a mi interior que es donde está la verdadera causa de mi disgusto. No quiero asumir que, por la culpa y el miedo que manejo, me estoy negando al amor que soy por mi condición de Hijo de Dios. Jesús, que no hay jerarquía en las ilusiones que nos mueven. La causa del disgusto va más allá de la que le atribuimos. Nos empieza a enseñar a mirar con mente abierta y a ir más allá de lo aparente.

 

LECCIÓN 23

Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque

 

Jesús, nos dice que es con los pensamientos con los que tenemos que trabajar pues cada pensamiento que albergo da lugar a algún segmento del mundo que ves. Los pensamientos de ataque son la causa del mundo que ves. De nada sirve lamentarse del mundo. No se puede cambiar porque no es más que un efecto de los pensamientos de ataque que tienes. Si cambias la causa, tus pensamientos, el efecto, el mundo que ves, cambiará automáticamente. El mundo que ves es un mundo vengativo y todo en él es el símbolo de la venganza. Ves el mundo que has fabricado pero no te ves a ti mismo como el que está fabricando las imágenes. La visión tiene un substituto para todo lo que crees ver. Con la visión puedes darle a tus imágenes forjadas en el odio, hermosura. La idea de la lección introduce la idea de que no estas atrapado en el mundo que ves porque su causa, tus pensamientos, los puedes cambiar. Este cambio implica los tres pasos del perdón que requiere:

 

En primer lugar, que se identifique la causa,

En segundo lugar, que se abandone,

En tercer lugar, que pueda ser reemplazado

 

Los dos primeros pasos, los haces tú. El paso final, no. Lo hace el Espíritu Santo. Ante pensamientos de ataque Jesús nos propone decir:

 

Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque acerca de______________

 

Jesús, nos llama a estar alerta contra los pensamientos de ataque. Y si se presentan descartarlos repitiendo la declaración anterior. Jesús, nos aclara que los pensamientos de ataque contra otros y como los de ser atacado, son lo mismo.

 


LECCIÓN 34

Podría ver paz en lugar de esto

 

        Jesús, nos dice la paz es claramente una cuestión interna. Y que parte de tus propios pensamientos y luego, se extiende hacia afuera. De tu paz mental nace una percepción pacífica del mundo. Jesús, nos llama a entrenar nuestra mente en busca de pensamientos de temor, personas o acontecimientos “ofensivos” o cualquier otra cosa sobre la que estés abrigando pensamientos no amorosos. Nos propone que cuando surjan estos pensamientos los observemos relajadamente, repitiendo la idea de hoy muy despacio y luego los dejamos ir. Y así con cada pensamiento que nos quite la paz:

Podría ver paz en esta situación en lugar de lo que ahora veo en ello.

 

Si hay ataques a tu paz mental en forma de emociones adversas mas generalizadas tales como depresión, ansiedad usa la idea en su forma original:

           Podría ver paz en lugar de esto.

 

Si necesitas aplicar la idea más de una vez para que te ayude a cambiar de parecer con respecto a alguna situación determinada, trata de dedicar varios minutos a repetirla, hasta que sientas alguna sensación de alivio. Te ayudaría, nos dice Jesús, si te dices a ti mismo lo siguiente:

 

Puedo substituir mis sentimientos de depresión, ansiedad o preocupación (o mis sentimientos acerca de esa situación, persona o acontecimiento) por paz

 

 

Jesús, continúa enseñándonos que no hay jerarquía en las ilusiones que nos mueven. La causa del disgusto va más allá de la que le atribuimos. Nos empieza a enseñar a mirar con mente abierta y a ir más allá de lo aparente.

 

Jesús, continúa enseñándonos que no hay jerarquía en las ilusiones que nos mueven. La causa del disgusto va más allá de la que le atribuimos. Nos empieza a enseñar a mirar con mente abierta y a ir más allá de lo aparente.

 

LECCIÓN 193
Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.

 

Jesús, nos llama, de una manera muy práctica, a mirar cualquier situación que nos haga perder la paz y sentirnos mal. En todas hay una situación relacionada con la falta de perdón. Y nos propone que digamos y pensemos, con la ayuda del Espíritu Santo, en esta enseñanza:

 

Perdona, y verás esto de otra forma.

 

   Estas palabras te dan poder sobre todos los acontecimientos que parecen dominarte. La podemos aplicar a cualquier situación que se nos presente o que veamos que le está pasando a un hermano. Recordemos la lección 5 Nunca estoy disgustado por la razón que creo. Detrás de un disgusto, en el presente, hay situaciones del pasado que no se han perdonado. Y es posible que no sepamos exactamente cuál fue la causa. Y eso no es lo importante. Lo importante es que estamos perdiendo la paz y, ese perder la paz, lo puedo perdonar, en ese momento. Por eso, Jesús, nos dice en la lección 34 Podría ver paz en lugar de esto. Y hoy, Jesús nos completa la enseñanza:

 

Perdona, y verás esto de otra forma.

Si perdono, cambio la manera como interpreto las cosas. Recordemos que para Jesús no hay sino dos formas de relacionarnos con los demás: mediante expresiones de amor o de ayuda (de respeto, de amabilidad, de alegría, de bondad, de reconocimiento…) o mediante peticiones de amor o de ayuda (mediante el miedo, la ira, el irrespeto, el ataque…). Detrás de una persona que tiene ira, hay miedo. Y lo que me está pidiendo la persona es amor o ayuda y no que le responda en la misma forma. No quiere decir esto que se tolere el maltrato. Lo que quiere decir es que mi hermano me está pidiendo ayuda, de esa forma.

 

   Y, ahí, es donde puedo aplicar la enseñanza de Jesús:

 

Perdona, y verás esto de otra forma

 

Jesús nos propone:

 

”Hoy trataremos de superar en un solo día miles de aparentes obstáculos a la paz. Deja que la misericordia llegue a ti cuanto antes”.

 

   Y el perdón es el medio del que nos vamos a valer para sanar nuestra mente de pensamientos conflictivos. ¿Cómo sé si he perdonado a una persona? Si me siento cómodo con su presencia o su recuerdo, si soy capaz de reírme con ella. Si siento la más leve incomodidad necesito seguir trabajando el perdón.

 

Cuando aparezca alguna situación que nos genere temor nos dice Jesús:

 

Esta es la lección que Dios quiere que aprendas: Hay una manera de contemplar todo que te acerca más a Él y a la salvación del mundo. A todo lo que habla de terror responde de esta manera”:

 

Perdonaré, y esto desaparecerá.

 

”Repite estas mismas palabras ante toda aprensión, preocupación o sufrimiento. Y entonces estarás en posesión de la llave que abre las puertas del Cielo y que hace que el Amor de Dios el Padre llegue por fin hasta la tierra para elevarla hasta el Cielo. Dios Mismo dará este paso final. No te niegues a dar los pequeños pasos que te pide que des para que puedas llegar hasta Él.”

 

LECCIÓN 196
No es sino a mí mismo a quien crucifico

 

        Jesús, nos dice que si entiendes esto y lo mantienes firme en tu conciencia ya no intentarás hacerte daño ni hacer de tu cuerpo un esclavo de la venganza. No te atacarás a ti mismo. Te darás cuenta de que atacar a otro es atacarte a ti mismo. Te liberarás de la creencia de que al atacar a otro, tu te salvas. Y comprenderás, por el contrario, que su seguridad es la tuya, y que al sanar él, tú te salvas.

 

 Con este pensamiento le enseñas a tu mente de que tú no eres un ego. El pensamiento desesperante y deprimente de que puedes atacar a otros sin que ello te afecte, te ha clavado en la cruz. El temor a otro es real para aquel que piense que puede atacar a otro y quedar libre.

 

        Son únicamente tus pensamientos los que te hacen caer preso del miedo y, por lo tanto, tu liberación depende de ti. Una vez que entiendas que nada excepto tus propios pensamientos te pueden hacer daño, el temor a Dios no podrá sino desaparecer. Y podrás acoger a Dios a quien habías pensado desterrar de la santa mente que Él nunca abandonó.

 

La causa del miedo no se encuentra fuera de ti. Si no es sino a ti mismo a quien crucificas no le has hecho nada al mundo, por lo tanto, no tienes que temer su venganza ni su persecución. En realidad, lo que más temor te da es tu salvación. Eres fuerte y es fortaleza lo que deseas. Eres libre y te regocijas de ello.

 

LECCIÓN 198
Sólo mi propia condenación me hace daño.

 

Jesús, nos dice que el daño es imposible. Las ilusiones, no obstante forjan ilusiones. Si puedes condenar se te puede hacer daño. Pero, si renuncias al derecho a condenar serás libre pues la libertad es tu regalo y ahora puedes recibir el regalo que diste. Condena y te vuelves un prisionero. Perdona y te liberas. Esta es la ley que rige la percepción.

 

        Las ilusiones forjan ilusiones. Es necesario aprender a lidiar con ellas excepto con una que pone fin a las ilusiones: el perdón. El perdón desvanece  los demás sueños y aunque en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. Porque es el sueño del despertar. Es un sueño en el que el Hijo de Dios despierta a Su Ser y a Su Padre, sabiendo que ambos son uno. El perdón es la respuesta a tus problemas. Es un regalo de Aquel que te ofrece la salvación. La verdad deposita estas palabras en tu mente para que puedas encontrar la llave de la luz y permitir que a la obscuridad le llegue su fin:

                Sólo mi propia condenación me hace daño.

                Sólo mi propio perdón me puede liberar.

 

No olvides que toda forma de sufrimiento oculta algún pensamiento que niega el perdón. Y que no puede haber ningún tipo de dolor que el dolor no pueda sanar.

 

        Acepta la única ilusión que proclama que en el Hijo de Dios no hay condenación y el Cielo será recordado instantáneamente, el mundo quedaría olvidado junto con todas sus extrañas creencias, conforme la faz de Cristo aparezca por fin sin velo alguno en este único sueño de perdón.

 

LECCIÓN 249
El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.

Jesús, nos insiste, nuevamente, en la importancia del perdón para superar la manera como vemos el mundo y sanar nuestra mente. Esto es ver con la visión de Cristo. Ver un mundo perdonado, de paz y de amor. La visión de Cristo nos permite aproximarnos al mundo real. El mundo real es ese estado mental donde hemos cambiado nuestra percepción: ver a través del perdón, donde vemos más allá del cuerpo, vemos la naturaleza espiritual nuestra y de nuestros hermanos, vemos unidad en lugar de separación, vemos paz en lugar de ataque o ira en nuestros hermanos, peticiones de ayuda o de amor, no vemos culpa ni miedo, no hay juicios ni condenas.

 

Hemos sufrido porque hemos decidido hacerle caso al ego. Hemos querido que las cosas sean como nosotros queremos. Hemos caído en la violencia y en la muerte para defender nuestro deseo de ser especiales, de mantener la separación de nuestros pequeños mundos particulares y de relaciones especiales a costa de la exclusión de los demás hermanos. Todo esto acompañado de una carga inmensa de juicios, para justificar la separación. Pero tenemos salida, podemos decir de corazón con Jesús:

 

”Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste”.

 

Hemos sufrido porque hemos decidido hacerle caso al ego. Hemos querido que las cosas sean como nosotros queremos. Hemos caído en la violencia y en la muerte para defender nuestro deseo de ser especiales, de mantener la separación de nuestros pequeños mundos particulares y de relaciones especiales a costa de la exclusión de los demás hermanos. Todo esto acompañado de una carga inmensa de juicios, para justificar la separación. Pero tenemos salida, podemos decir de corazón con Jesús:

 

”Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste”

 

LECCIÓN 281
Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.

 

Si acepto que soy el Hijo de Dios tengo todas sus características y, por lo tanto, soy perfecto como mi Padre y nada, ni nadie me pueden hacer daño. Me he olvidado, momentáneamente, de mi verdadera identidad. Lo llamado a hacer, en ese momento, es aquietarme y pedir la ayuda del Espíritu Santo para que me ayude a ver con los ojos del amor y no del miedo.

 

Jesús, nos ha enseñado en la lección 101 que La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad. La salvación no tiene nada que ver con el sufrimiento ni el sacrificio. No venimos a un “valle de lágrimas” a sufrir. Si sufrimos, es porque queremos hacer las cosas a nuestra manera, es porque hemos caído en las ilusiones del ego.

 

Jesús, nos ha enseñado que no se trata de cambiar el mundo sino cambiar los pensamientos que tenemos acerca de él. Estos pensamientos pueden ser de conflicto, separación, pecado o ausencia de amor, culpa, miedo… si escogemos al ego como maestro. O pensamientos de paz, unidad, amor, inocencia…si escogemos al Espíritu Santo.

 

Jesús, nos ha enseñado que el problema no está afuera, en el mundo sino en la clase de pensamientos que tengo en relación con lo que sucede con mis hermanos y el mundo.

 

Más claro no lo puede decir Jesús en la lección en la lección 216:

 

”Todo lo que hago me lo hago a mí mismo. Si ataco, sufro. Mas sí perdono, se me da la salvación”. L-216. 2: 2-3

 

Puedo decidirme a estar en paz, ahora. Sólo es cuestión de aceptar mi responsabilidad sobre lo que me ocurre y decidirme a cambiar mis pensamientos pues son sólo estos los que me causan daño.

 

PRÁCTICA

 

Le propongo un ejercicio de auto- indagación. Decídase a ir al interior de su mente y mirarse con mente abierta y honestidad. Tómese el tiempo que necesite. Hágalo sin afán. Le sugiero que escriban. El escribir ayuda a la concentración, evita el divagar de la mente y ayuda al compromiso con la actividad.

 

Le propongo realizar las siguientes actividades:

 

I.                 Invocar la ayuda de un poder superior.

 

Le sugiero que lo haga con la ayuda del Espíritu Santo, de Jesús, de Dios o de cualquier Poder superior que considere.  Esto es abrirse a la aceptación de que necesitamos una ayuda superior pues has intentado realizar las cosas a nuestra manera y las cosas no han salido como esperabas. Háblele a ese Poder superior como a un amigo, con la confianza, con la seguridad, de que si se aquieta, es decir, si para los juicios, se le inspirará una respuesta que no fomente la separación.

 

 

La oración de la página 30 del Texto de Un curso de milagros es una excelente ayuda:

 

”Puedes hacer mucho en favor de tu propia curación y la de los demás si en situaciones en que se requiere tu ayuda piensas de la siguiente manera:

 

Estoy aquí únicamente para ser útil.

Estoy aquí en representación de Aquel que me envío.

No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo debo hacer, pues Aquel que me envío me guiará.

Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee porque sé que Él estará allí conmigo.

Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.

T-2. V. 18: 1-6

 

 

II.             Desarrollo de la terapia

 

 

Puede realizar lo siguiente:

 

1.       Preguntarse ¿Qué le está causando sufrimiento en este momento que le haga perder la paz?

 

2.       ¿Qué piensa de ello? Aquí trate de encontrar el pensamiento o los pensamientos relacionados con la pérdida de la paz. Escríbalos. Escoja el que considere más importante.

 

 

Luego, lo analiza. Puede preguntarse:

 

-    ¿Esto que pienso de mi hermano, de esta situación, de estas circunstancias sucede realmente o es una imaginación mía?

 

-    ¿Es un hecho o una interpretación mía?

 

-    ¿Qué pruebas tengo para comprobarlo? Y a cada una puede hacerle las preguntas anteriores.

 

Jesús nos asegura que detrás de cada sufrimiento hay un pensamiento que niega el perdón.

 

-    ¿Cuál sería en este caso? Mire honestamente que es lo que no quiere perdonar. Mírelo de la mano de Jesús, del Espíritu Santo, de Dios. Jesús,  también,  nos asegura que no puede haber ningún tipo de dolor y sufrimiento que el perdón  no pueda sanar.

 

 

III.         Se hace un trabajo de perdón con el pensamiento que le causó sufrimiento y le hizo perder la paz.

 

Puede valerse de la lección 46 o la lección 121 de Un curso de milagros. Y también de la oración anexa. Cierre los ojos. Imagine la presencia del Espíritu Santo o el Poder superior que considere. Está con usted. Es su amigo. Y está a su lado para ayudarle a dejar todos los pensamientos que le estén causando sufrimiento. Sienta esa presencia que deshace todos esos pensamientos de miedo y deja sólo los pensamientos de paz y amor de Dios. Si siente que le es difícil perdonar considere la posibilidad de hacerlo por un instante. Observe como se siente al hacerlo.

 

ORACIÓN DEL PERDÓN

 

Espíritu Santo, por favor, ayúdame a perdonarme a mí MISMO (A) por haber usado, sin saberlo, a ____________ (persona, dolor, enfermedad, falta, ansiedad, miedo, auto-juicio, enojo, etc.) para atacarme,  separarme de mis hermanos y del Amor de Dios como mi santo Ser.

Amén.

 

IV.          Se hace un trabajo de Expiación.

 

 La Expiación es el proceso de corrección de la percepción, de nuestra manera de ver el mundo con el ego y en el que se le pide al Espíritu Santo que anule todas consecuencias de nuestras decisiones equivocadas al tener pensamientos no amorosos en relación al pensamiento que me está quitando la paz. Se trabaja con la oración anexa:

 

 

ORACIÓN DE LA EXPIACIÓN

 

     Espíritu Santo, te entrego mi decisión equivocada de tener estos pensamientos no amorosos acerca de _________ (persona, dolor, enfermedad, falta, ansiedad, miedo, autojuicio, enojo, etc.) para que los transformes en pensamientos amorosos. Amén.

 

V.              Tómate un tiempo para integrar.

 

Date un tiempo para integrar lo que ha sucedido. No tengas miedo. No estás solo (a). El Espíritu Santo, Jesús, Dios te acompaña. Disfruta este momento. Integra este momento de paz, de unidad, de amor con Dios y tus hermanos. Mereces tener este espacio de silencio. Mereces ser feliz. No te distraigas de estar contigo mismo (a) y con Dios.

 

VI.          Tiempo de milagros.

 

El milagro es una corrección que se hace en la mente de la manera como nos vemos a nosotros mismos, a nuestros hermanos y a Dios. Así, donde antes veía un enemigo en mi hermano ahora veo un salvador porque me muestra lo que tengo que cambiar y perdonar.

 

¿De que te has dado cuenta? ¿Qué correcciones hiciste en relación a la situación que te quitaba la paz? ¿Cómo se siente?

 

 

VII. Agradezca, al Poder superior que considere, por haberle ayudado a realizar esta terapia.

 

Esta terapia la puede seguir realizando con cualquier otro problema que le quite la paz en el futuro.

 

Nota: Las oraciones anexas se hicieron con base en el libro “El final de la muerte” de Nouk Sánchez

 

Muchísimas bendiciones.

 

 

 

 

 






Share:

Facebook comments: